jueves, 16 de abril de 2009

No puedes enfadarte...

No puedes enfadarte con alguien porque estruje la pasta de dientes y la deje así como asfixiada. Tampoco puedes enfadarte con alguien porque se queda dormido en el sofá o porque se le olvida comprar eso que tú tanto esperas. No puedes enfadarte porque toda tu familia te espere el domingo para comer y te pidan que lleves 30 platos a la mesa. Tampoco puedes enfadarte porque alguien te enseñe 40 veces los catálogos de cocinas, o porque tu marido se entretenga en el bar contando batallitas. No puedes enfadarte porque, sin avisar, la pasta de dientes deja de estar estrujada, nadie se duerme en el sofá, o ya no necesitas eso que siempre se le olvidaba comprar. De repente, dejas de ver cocinas en catálogos y no tienes que esperar a que nadie llegue del bar. Y un domingo cualquiera tendrás que llevar un plato menos a la mesa; y entonces te enfadarás contigo mismo y querrás pegarle patadas a la vida, pero no sabes donde coño está. Sólo podrás hablar como si tu padre, el que lo dejaba todo en medio o no se acordaba de tu cumpleaños, no estuviera en la mesa porque, como muchos otros días, llega tarde. Pero la triste realidad te dará una bofetada enorme y te acordarás de que esta vez llega tarde para siempre.

PD: Texto escrito por una persona muy querida por mí, que aprendió a valorar las cosas pequeñas e importantes de la vida. Gracias por estar ahí. Te quiero.

2 comentarios:

  1. Valorar las pequeñas cosas nos hace valorarnos a nosotros mismos y eso agranda la felicidad.
    En la calle de la guasa también podemos tener momentos felices. Gracias.

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  2. Seguro que también habrá momentos felices, belijerez. Gracias por pasarte por la calle de la guasa.

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