jueves, 17 de septiembre de 2009

Mi arma de destrucción masiva

Hoy, día en el que el presidente de EEUU, Barack Obama, ha anunciado la decisión de abandonar el plan de construcción de un escudo antimisiles en Europa, y en su lugar introducir un “nuevo enfoque” en el sistema, que, según dijo, tendrá “cambios radicales”, tengo que reconocer que a veces me gustaría empuñar un arma, para acabar con ciertas injusticias. Poner la soga al cuello a algunos elementos, como ellos la colocan a diario a multitud de personas como tú y como yo. A esos que son tan ricos que no tienen nada, y que te pisan el cuello por ganar unos euros más que poder derrochar. A esos que no dudan en escupir sobre ti, que te desprecian a pesar de que no te llegan ni a la suela de los zapatos.
Pero, cuando lo intento, tengo un par de problemas. He intentado poner remedio, pero me resulta imposible. Y es que tengo el hándicap de que me desmayo fácilmente cuando veo la sangre correr. A esto se añade que un día descubrí que mi única arma de destrucción masiva es la palabra. Quizás por eso me decidí a crear esta ‘Calle de la guasa’. Creo que soy un activista de la palabra, de las letras. Y hasta hace relativamente poco yo no lo sabía…

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