Hoy, día en el que el presidente de EEUU, Barack Obama, ha anunciado la decisión de abandonar el plan de construcción de un escudo antimisiles en Europa, y en su lugar introducir un “nuevo enfoque” en el sistema, que, según dijo, tendrá “cambios radicales”, tengo que reconocer que a veces me gustaría empuñar un arma, para acabar con ciertas injusticias. Poner la soga al cuello a algunos elementos, como ellos la colocan a diario a multitud de personas como tú y como yo. A esos que son tan ricos que no tienen nada, y que te pisan el cuello por ganar unos euros más que poder derrochar. A esos que no dudan en escupir sobre ti, que te desprecian a pesar de que no te llegan ni a la suela de los zapatos.
Pero, cuando lo intento, tengo un par de problemas. He intentado poner remedio, pero me resulta imposible. Y es que tengo el hándicap de que me desmayo fácilmente cuando veo la sangre correr. A esto se añade que un día descubrí que mi única arma de destrucción masiva es la palabra. Quizás por eso me decidí a crear esta ‘Calle de la guasa’. Creo que soy un activista de la palabra, de las letras. Y hasta hace relativamente poco yo no lo sabía…
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