La última semana ha estado llena de despedidas. Muy diferentes las unas de las otras. La primera llegó por parte de un viejo 'juntaletras', que se ha cansado de que no se le dé su lugar. Como tiene proyectos pendientes, pues eso, que ha decidido decir hasta luego. La segunda no es una despedida temporal, sino que ha sido un adiós definitivo. De esos que te llevan al barrio del silencio. Lo siento por las personas a las que quiero, y que no volverán a verle. La última despedida la he conocido hace sólo unos minutos. Un compañero ha decidido que nuestro caminos se separen. Me da pena, pero me alegro. El paso dado le va a cambiar la vida, y seguro que será para mejor. Yo intenté coger su camino hace unos meses, pero al final comprobé que soy un cobarde.
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