"¡Pues que la manden a Afanas!". La frase hizo que levantase la vista mientras caminaba el otro día por la calle Porvera. Un grupo de jóvenes, mayoritariamente chicas, hablaba acaloradamente sobre lo que consideraban una 'injusticia', según deduje de sus palabras.
Si no entendí mal, porque no pude evitar prestar atención ante tal mensaje, criticaban el trato de favor hacia una chica que tenía algún problema. Un ordenador, creo, era el detonante, el que había propiciado tanta envidia y tanta ira.
"¿Sabes qué te digo? Que la manden a Upace o a Afanas", sentenció otra de las jovencitas que participaba en este sesudo debate, y que a buen seguro puede estudiar gracias a una beca que otras personas no reciben, y que recibirá un subsidio por desempleo cuando haya aportado algo a la Seguridad Social y luego no encuentre trabajo, por ejemplo.
A partir de ahi, tras esa pregunta con respuesta inmediata, desconecté y seguí mi camino mientras me intentaba adivinar qué diablos estamos haciendo mal en esta sociedad para criar a personas insolidarias, sin conciencia y... ahí lo dejo, porque no quiero arrepentirme.
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